Volumen 15

Entre los años 1880 y 1930 se constituyó en el extremo sur de la Argentina y Chile la región autárquica argentino-chilena integrada por los territorios de Magallanes, Santa Cruz, Tierra del Fuego y las Islas Malvinas y cuyo centro fue la ciudad de Punta Arenas. Dicha región autárquica aglutinó a zonas que, por su lejanía geográfica y la incapacidad de los respectivos gobiernos nacionales, estuvieron mucho más conectadas –política, económica, social, cultural y religiosamente– entre sí que con sus respectivas metrópolis. Si bien la base económica fue la producción y exportación de lana y carne a los mercados europeos por vía marítima, existió también una dependencia en las otras áreas señaladas, entre ellas la educativa, ya que en Punta Arenas existieron escuelas, tanto primarias como secundarias, antes que en Santa Cruz y las deficiencias de las muy escasas existentes en ese Territorio hicieron que muchos padres enviaran a sus hijos a estudiar a esa localidad magallánica, lo que se constituyó paralelamente una mayor demanda de instalación de escuelas en Santa Cruz. Nos interesa mostrar de qué manera –y a pesar de sus carencias- la escuela argentina se esforzó por plasmar “argentinidad” en un área tan dependiente e influenciada por la región magallánica chilena.

En 1916 el acceso de la Unión Cívica Radical a la presidencia de la Nación Argentina abrió para los territorios nacionales un horizonte de expectativas centrado en la posibilidad de modificar las relaciones de poder imperantes, signadas por el control social mediante el cumplimiento de la legalidad y las garantías otorgadas al cumplimiento del orden y la seguridad. Sin embargo, la aplicación de la lógica amigo/enemigo al ejercicio de la política llevó, en gran medida a la descalificación del adversario, la faccionalización extrema y la exacerbación de tensiones latentes o manifiestas que potenciaron la exclusión y desataron la conflictividad característica del período. En Río Negro las dificultades evidenciadas durante las gobernaciones de Víctor Molina (h)1920-1924 y Alfredo Viterbori (1924- 1926) para resguardar un mínimo margen de autonomía e iniciativa en la función frente al intervencionismo del gobierno nacional; la conflictividad en el escenario político local y la participación de los diferentes medios de prensa regional en las disputas políticas dan cuenta de la complejidad de un proceso que involucra prácticas y ejercicio del poder con escasos resquicios para el disenso y la participación.

La edición del libro de León Dujovne La filosofía de la historia en Sarmiento representa una doble contribución. En primer término, coadyuva a arrojar nueva luz sobre la dimensión filosófica del pensamiento de Sarmiento, en este caso vinculada al tema de la historia argentina y americana y su puesto en la historia universal. En segundo término, constituye un aporte para la revaloración de la labor historiográfico-filosófica de León Dujovne, un autor en gran medida desconsiderado. León Dujovne se muestra como un pensador preocupado por analizar los problemas inherentemente filosóficos vinculados con la historia social y con la historia de las ideas. Creemos pertinente reconsiderar la figura de León Dujovne como un historiador filosófico de las ideas.

En el marco del estudio del proceso de expansión estatal y criolla hacia el sur bonaerense comenzado en las primeras décadas del siglo XIX, se indaga la movilidad indígena y su devenir territorial en interacción con otros agentes fronterizos mediante un enfoque multidisciplinario y microrregional centrado en los partidos de Azul, Tapalqué y Olavarría, que constituyeron el núcleo del asentamiento territorial de los “indios amigos” hasta finales de la centuria. A través del uso intensivo de una variada gama de material documental (padrones y censos de población, mensuras de tierra, material cartográfico, relatos de viajeros, cartas oficiales, etc.) complementado con el análisis del registro arqueológico, el trabajo hace inteligibles los silencios y limitaciones de las fuentes oficiales frente a la realidad material, contemplando las particularidades regionales y temporales y rescatando a sectores “ágrafos” como agentes hacedores de los procesos históricos coetáneos.

Desde las últimas décadas del siglo XIX el proyecto educativo argentino, cristalizado a partir de la sanción de la Ley de Educación Común, respondió a la necesidad de consolidar el Estado e incorporar a la Argentina al mercado mundial. La función recomendada a la escuela pública fue fundamentalmente de orden moral, orientada hacia la formación del ciudadano, figura que garantizó la unidad nacional y el funcionamiento de la estructura política frente a las tensiones regionales como a la llegada de la inmigración masiva. El propósito de este trabajo es analizar en qué medida los migrantes extranjeros que poblaron el Territorio Nacional de La Pampa propiciaron u obstaculizaron el proyecto educativo de la escuela pública. Se examina una colonia pampeana –Colonia Santa María- poblada mayoritariamente por ruso-alemanes, donde las estrategias de preservación cultural –vinculadas al binomio etnicidad/religiosidad- generaron una institución educativa paralela a la escuela creada por el Estado: la “escuela clerical alemana”, dependiente de la capilla y administrada por los mismos colonos. Allí se observan las tensiones existentes entre el proyecto educativo gestado en pos de la nacionalización de los ciudadanos y su implementación efectiva en las primeras décadas del siglo XX, entre los años 1909 y 1939.